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Hechizoo


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Los viajes hasta los pueblos, resguardos y geografías donde habitan los artesanos son una constante en HECHIZOO. En el taller de la ciudad se trabaja en simultánea con la vida rural. En la imagen, chinchorro superlativo elaborado con fibra de Cumare e hilos de algodón.

Es inevitable dejarse atrapar por la atarraya creativa que despliega Jorge Lizarazo desde hace quince años y con la que demuestra que sí se puede situar a la artesanía colombiana en un espacio donde se privilegia lo hecho a mano en el país. Las piezas reunidas en Miscelánea Popular, el almacén insignia de HECHIZOO así lo demuestra. En la Calle de los Anticuarios de Bogotá (calle 79B, 7-85) se evidencia la manera en que Colombia va haciéndose con un espación y vocación propia en el mundo.

 

 

Nunca un nombre fue tan bien asignado como el que Jorge Lizarazo escogió para nombrar su taller, su marca con la que hipnotiza el diseño contemporáneo al fundirlo con la multiplicidad artesanal que permanece entre los pliegues de Colombia, de su geografía y de sus gentes. Tanto en el espacio que recién estrena sede comercial como en su taller situado en el popular barrio 20 de Julio, al suroriente de la ciudad, conviene asomarse aguantando los pulsos acelerados del corazón que llega a desbocarse ante la contemplación de lo insólito.

 

Para seguir con el encantamiento y sobreponerse al impacto helador que siempre causa “lo bello”, un respiro momentáneo en esta esquina de Miscelánea Popular que te procuran los cajones donde se ofrendan sextas maravillas del universo artesanal.

Para quien dude de la necesidad de invertir y proteger la memoria de un país y mire con cierta frialdad cómo las llamas devoran todo un museo nacional en Brasil, asistir al recorrido que propone Hechizoo en su espacio comercial en Bogotá puede ser una terapia útil para comprender lo que somos porque logramos sabernos a través de las piezas que otros, dotados de talento y virtudes, logran elaborar con el solo pálpito de contribuir a la memoria colectiva de un país como este, Colombia.

 

 

Hablamos sobre el lujo como una categoría fría, aséptica y técnica en el mercado de consumo. Otros prefieren atribuirle a la palabra “lujo” carácter de adjetivo aún siendo poderoso sustantivo y lo asocian con asuntos existenciales: el tiempo como noción de lujo, la calma y la privacidad son “un lujo”.

Otros, sin embargo, como el fundador de Hechizoo logran algo impensable y difícil: situar oficios colectivos e invisibles como los artesanales ejercidos por etnias y comunidades rurales colombianas en ese espacio mental y metafórico donde el LUJO se expresa sin retórica, sólo demostrando cómo logra conmover las almas, tanto las netamente consumidoras de “lo exclusivo” como de aquellas que también eligen contemplar y desean acceder al conocimiento que cada pieza reunida en Miscelánea Popular alberga.

Este es apenas el inicio de una travesía original y propia, la que ha creado Jorge Lizarazo, el (ya no tan arquitecto) pero definitivamente alquimista de artesanía y sorprendentes interpretaciones de diseño para satisfacer un estado onírico que algunos tenemos por gusto y ansiedad disfrutarlo en eso que llaman “nuestra contemporaneidad”.

 

 

Hilos de plata, fibras vegetales y cobres domesticados y ensayados en decenas de técnicas que resumen a los artesanos wounan del Bajo Río San Juan chocoano; a las campesinas expertas en cestería en rollo de Guacamayas, Boyacá e incluso a los hombres que tocan “piano, piannísimo” los pedales de madera que dan vida a los telares horizontales en las entrañas del Taller Hechizoo creado por un visionario del pasado cultural colombiano. 

 

Sobre el Autor: 

 

 

Texto original autorizado por 

www.sentadaensusillaverde.com

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